[Buenos días, princesa] 1 de 2.
-Prometo que la semana que viene me tomaré un día de descanso. Mi cuerpo comienza a pedírmelo a gritos. Iré a pasear por la playa, terminaré de leer el libro que me regaló Julián, iré al cine o alquilaré alguna película. Y pienso darme algún capricho de chocolate. Estoy cansada de verduras y pollo a la plancha. ¡Y de la semana que viene no pasa! ¡De verdad!
Todos los días se decía lo mismo mientras subía en ascensor hasta su ático. Pero nunca cumplía esa promesa. Y desde luego, el chocolate no lo veía ni en fotografías. Estaba algo obsesionada por su imagen.
Eva era una chica joven, exactamente de veintisiete años. Había estudiado imagen y sonido, era licenciada en comunicación audiovisual y había hecho numerosos cursos de arte gráfico, de editora, etc. Tenía un gran currículum. Se había pasado media vida estudiando, y la otra media haciendo prácticas gratis. Nadie comprendía que dedicara tanto tiempo a lo profesional. Pero a ella le daba igual lo que pensaran. Siempre supo muy bien dónde quería llegar. Y por supuesto, no paró hasta conseguirlo. Y con tan sólo veintisiete años, ya tenía montado su propio estudio fotográfico en Nueva York, trabajaba para revistas muy conocidas y con gran prestigio y había conseguido ser una fotógrafa de renombre. Tenía un ático precioso en pleno centro de Manhattan. Era un ático muy amplio, con unas vistas dignas para una fotógrafa como Eva. Cuando llegaba a casa, le gustaba asomarse a la terraza para ver el sol ocultándose tras el horizonte. Era su momento de melancolía: Recordaba su casa, su familia, su tierra Pero al momento volvía de sus pensamientos y se disponía a terminar el trabajo del día.
El ascensor se paró y Eva salió de él. Abrió la puerta de su casa y entró. Miró los mensajes que había en su contestador. Tres. Como siempre, eran de trabajo. Hizo el ritual de la terraza y cuando lo terminó se tiró en el sofá.
-Como me duelen las piernas Joder Eva, si es que no has parado en todo el día En vez de las piernas te debería doler el alma. Nunca aprenderás ¿Te has dado cuenta de una cosa, Eva? Estás tan ocupada que no sales ni tienes vida social. Has llegado al punto en el que hablas sola. Como estás haciendo ahora mismo. Me encanta lo que hago, sí, no lo dudo ni un segundo. Pero echo de menos ciertas cosas Salir por ahí, tomarme unas copas (¿cuánto hace que no bebo una copa de ron?), bailar hasta el amanecer Años Han pasado años desde la última vez que me dediqué una juerga. Ya está. Voy a dejar de hablar sola, me voy a meter en la ducha, me voy a poner guapísima y me voy a ir a dar una vuelta.
Se sorprendió de sí misma. Pero hizo lo que su interior le estaba pidiendo a gritos. Eva era una chica guapísima, de estatura media (1.65), con un cuerpo precioso y un pelo negro largo ondulado que era una envidia. Nunca le faltaban propuestas para salir a cenar, al cine o a tomar una copa, pero siempre las rechazaba. Esa noche tenía una cita. Una cita consigo misma.
Se arregló el pelo con el moldeador, se pintó las uñas y se puso el vestido rojo que le había regalado su hermana hacía unos meses y que aún no había estrenado. Se pintó los labios de color rojo (a juego con el vestido), se puso rimel, colorete y una sombra de ojos color marrón muy oscuro (más bien diría que casi negro) que le favorecía mucho. Se miró al espejo y sonrió. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan guapa. Sólo le quedaban los zapatos. Se decantó por los negros de tacón extra-largo y de aguja.
-Esta noche arraso.
Fue a un pub que estaba a unas dos manzanas de su casa. Había mucho ambiente y la música que ponían a ella le encantaba. Se sentó en la barra y pidió ron. Comenzó a mirar a su alrededor. Cierto aire de tristeza le acompañó durante un rato. Todas las personas que le rodeaban se mostraban felices. Reían, hablaban, bailaban Pero todas tenían compañía. Mientras bebía lentamente su copa de ron, dejó que su imaginación volara.
-Fíjate, Eva. Todas esas personas que están aquí, también trabajarán, como tú. Pero seguro que no dedican tantas horas y que saben sacar tiempo para ellos mismos. Seguro que salen con sus amigos todos los fines de semana. Creo que deberías replantearte algunos aspectos de tu vida, Eva
Y sin darse cuenta, sus ojos se convirtieron en el objetivo de su cámara. Comenzó a mirar a todas esas personas que estaban ahí. Se imaginó cómo sería la vida de cada uno de los individuos que la acompañaban inconscientemente esa noche. Y fotografió con su imaginación. Manos, gestos, situaciones, miradas Había un sinfín de elementos en esa habitación que podría fotografiar.
Eva sonrió, sin saber por qué. De repente, notó como una mano se posaba sobre su hombro. Eva se sobresaltó, pero cuando vio a ese hombre detrás de ella se le cambió por completo la expresión de la cara.
13 comentarios
LuNa -
Marta -
Me voy corriendo a leer la segunda parte, y... a vivir mi vida :)
Edu -
LuNa -
Dynaheir -
LuNa >>> Ya está la segunda parte colgada :p
Edu >>> Gracias. Comparte los "y?" con LuNa, que también es madrileña como tú :D
Alas Rotas >>> Encantada de que vuelvas siempre que quieras :)
4D4 >>> Te aguantas warri xDDDD I LOFIU!
Dynaheir -
4D4 -
LuNa -
Alas Rotas -
Edu -
La historia esta muy interesante Davi, sigue escribiendo :) Siempre te he dicho ke vales pa esto ;)
LuNa -
Sory -
Besito ! :*
Dynaheir -
Pasaros por esa página. Es la cuarta parte de el señor de los anillos xDDD Muy buena!